OUM piensa: El amor propio no es solo un concepto bonito…
El amor propio no es solo un concepto bonito que encontramos en libros de autoayuda o en frases motivacionales de Instagram; es literalmente un biohack que puede transformar nuestro cerebro y alinear todo nuestro sistema. Y no, no es un lujo ni algo exclusivo de quienes hacen yoga en la playa al amanecer. Es una necesidad biológica. Cuando nos tratamos con amabilidad y dejamos de ser nuestros peores críticos, nuestro cerebro responde como un perro feliz cuando le rascas la panza: liberando dopamina y serotonina, neurotransmisores que nos hacen sentir bien. Además, activa la corteza prefrontal, el CEO de nuestras emociones, y reduce el poder de la amígdala, esa parte del cerebro que se pone paranoica con cualquier cosa. ¿El resultado? Un cerebro más plástico, menos reactivo al estrés y mejor preparado para aprender y adaptarse a la vida.
Pero la cosa no se queda solo en la cabeza. Cuando nos queremos bien, todo el cuerpo lo nota. Se activa el nervio vago, ese MVP del sistema nervioso autónomo que nos ayuda a relajarnos y a mantener el equilibrio entre la aceleración y la calma. Nuestro corazón empieza a latir con más coherencia (sí, el corazón también tiene su propio ritmo emocional), lo que mejora la variabilidad de la frecuencia cardíaca, un indicador clave de salud y resiliencia. Y, por si fuera poco, el sistema inmunológico se pone en modo zen, reduciendo la inflamación crónica, que es básicamente el villano silencioso detrás de muchas enfermedades. O sea, amarte a ti mismo no solo te hace sentir mejor, sino que también es como ponerle un filtro anti-estrés a todo tu organismo.
Y aquí viene la mejor parte: el amor propio es gratis y tiene cero efectos secundarios. Bueno, tal vez uno: podrías empezar a sentirte más feliz y a dejar de sabotearte. Prácticas como el mindfulness, la gratitud y simplemente dejar de hablarte como si fueras tu peor enemigo pueden marcar la diferencia. Así que la próxima vez que pienses en castigarte por no ser "perfecto", recuerda que tu cerebro y tu cuerpo prefieren el refuerzo positivo. El amor propio no es egoísmo, es ciencia aplicada. Y si alguien te dice lo contrario, probablemente necesita una dosis urgente de neuroplasticidad y un abrazo.